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¿Puede una productora tener responsabilidad jurídica por los actos de un concursante de su programa?

Esta es la pregunta que se hacen muchas personas hoy después de las informaciones que se han conocido acerca del programa Gran Hermano de Mediaset en el que uno de los concursantes abusó, presuntamente, de otra que se encontraba en un estado de embriaguez.

En principio, la responsabilidad, de haberla, sería penal y tendría que imputarse directamente a su autor (sin entrar a valorar más circunstancias, como el hecho de que un programa en el que se graba 24h y que hay muchas personas pendientes de los comportamientos de los concursantes, nadie impidiera que esto ocurriese).

Todo ello, sin perjuicio de que desconocemos los términos y condiciones que tienen firmados los concursantes con la productora, Shine Ibérica, que es la encargada de producir en España el famoso y longevo formato de telerrealidad.

Desde un punto de vista penal, los que, debiendo ser garantes, no evitaron que se produjera, serian autores en el concepto comisión por omisión de un presunto delito de abuso sexual, regulado en el art. 181 del CP (al que también se enfrentaría el investigado) y que supone una pena de-en su tipo básico-prisión de uno a tres años o multa de dieciocho a veinticuatro meses (art. 181 CP).

Desde la óptica civil y laboral (algo nada descabellado ya que en su momento el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ya consideró que un concursante puede equipararse a un actor y, por tanto, empleado de una productora), estaríamos ante una situación de acoso laboral en el trabajo con sanciones de gran calado que pueden alcanzar la cifra del centenar de miles de euros. El acoso sexual consiste en una conducta que implica un comportamiento, verbal o físico, de carácter sexual que tenga el propósito o produzca el efecto de atentar contra la dignidad de una persona, bastando con que la conducta produzca estos indeseables efectos en la víctima.

La víctima podría interponer también una demanda por vulneración de derechos fundamentales.

Imagen: El País.

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